Renacimiento del siglo XVI
Renacimiento
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En el siglo XVI, el centro artístico y cultural se desplaza de Florencia a Roma. Gracias a la actividad y a los programas de los papas humanistas, Julio II y León X, se inicia un breve, pero intenso bullir de la actividad artística de la antigua capital de Antigüedad y centro simbólico del cristianismo.
La imagen religiosa cobra, gracias al lenguaje claro y perfectamente sistematizado del Renacimiento clasicista, una nueva dimensión. El sentimiento religioso se convierte en algo más íntimo y profundo debido a la influencia del neoplatonismo, que permite la elaboración de un código visual y una filosofía que unifica y concilia la tradición clásica con la cristiana, cuya expresión se materializa en la búsqueda de la belleza ideal y en la síntesis de temas clásicos y cristianos.
La naturaleza ya no es simplemente el escenario donde acontece la historia, la acción del hombre o la revelación, sino que ella misma se constituye en expresión de lo divino, en una visión misteriosa de resonancias panteístas que Leonardo se encargará de descubrir.
El clasicismo de los dos primeros decenios del siglo XVI verifica la unión entre ciencia y arte que en esta época llega a su culminación. Los intentos y las investigaciones del Quattrocento llegan ahora a un equilibrio evidenciado entre la idea y la práctica, y entre el pensamiento y la realización. El arte se convierte en el medio idóneo en el que las indagaciones teóricas y científicas se hacen prácticas. La labor intelectual del artista se convierte en una condición imprescindible para poder realizar sus obras, basadas en un conocimiento científico de la realidad.
La perspectiva implica el conocimiento de la geometría de las matemáticas y la música, ciencias obligadas para la construcción científica de la obra de arte. Leonardo descubrirá el papel fundamental de la atmósfera que se interpone entre el objeto y el ojo, que hace variar la intensidad con que la luz define los cuerpos y los contornos a través del sfumato (difuminar los contornos de las figuras para crear la ilusión de existencia de aire entre ellas):

El otro gran concepto básico que se regula es el de proporción, a través del cual se opera la sistematización racional que ofrece la naturaleza. También la proporción se define científicamente como relaciones matemáticas entre las diferentes partes del cuerpo. Tanto Leonardo en Italia, como Durero en Alemania, se encargan de establecer los cánones de la proporción como medida y expresión de la belleza visual.
Vinculado al concepto de proporción se sistematiza el de simetría, que ahora se convierte en postulado incondicional para la concreción de lo bello, la articulación armónica de las partes con el todo y constituye la esencia que, en muy buena parte, define el período del clasicismo renacentista.
Este hecho, junto con la aparición de los nuevos estados y estabilidad de las cortes, permite que la obra de arte constituya un valor de uso suntuario que ayuda a engrandecer el prestigio social de quienes las poseen, ayudan a conformar el nuevo papel y la nueva valoración social del artista.
Leonardo da Vinci (1452- 1519)Leonardo encarna no sólo la personalidad del artista capaz de establecer un nuevo lenguaje artístico ideal, netamente diferenciado de las realizaciones de su tiempo, sino también el mito del hombre ideal del Renacimiento. El alcance universal e interdisciplinar de sus conocimientos, su capacidad teórica que se recoge en su «Tratado de pintura», le orientaron hacia una posición en la que el ideal artístico se conjuga con un afán de saber científico … leer más
Miguel Ángel (1475 – 1564)
En la pintura de Miguel Ángel hallamos una trasposición de sus modelos de escultura a la que, como se pueden apreciar en las tumbas de los Médicis, aplica esquemas desarrollados en la pintura. Vasari consideró a Miguel Ángel como el más grande artista de su tiempo. Su absoluto dominio de las distintas artes le convirtió en el modelo a seguir por el Humanismo. De entre todas sus obras, las pinturas de la Capilla Sixtina se consideran la muestra más significativa de su genio demostrando que, aunque poco interesado por la pintura, también era capaz de expresarse con los pinceles con la grandiosidad y los recursos escultóricos que tan pronto dominó… leer más
Rafael (1483-1520)
Por otra parte, la pintura de Rafael es un ejemplo representativo de los cambios y transformaciones que experimenta la pintura desde los primeros años del siglo XVI. Formado en la tradición quattrocentista en contacto con el sistema de Perugino, muy pronto se sentirá influido por el clasicismo de Leonardo y la potente expresividad de Miguel Ángel.
Rafael no será un investigador como Leonardo ni tampoco un artista que, como Miguel Ángel, proyecta en la pintura toda la carga emotiva de su humanidad. Rafael siempre parte de la pintura misma, traduciendo las influencias que experimenta en un lenguaje personal y arquetípico, llamado a desarrollar una influencia extraordinaria en toda la Historia de la pintura. Pese a su corta existencia, Rafael fue considerado «divino» por sus contemporáneos, quienes veían en su obra la expresión máxima de los ideales del clasicismo renacentista… leer más