París, 1703 – 1770
François Boucher, pintor y grabador, será uno de los mejores representantes de una pintura galante, muy propia del arte Rococó. En Francia, que será por estos años el centro artístico por excelencia, se desarrollará el Rococó, un arte sobre todo decorativo y ornamental. Este cambio tendrá mucho que ver con la evolución de la sociedad, donde la burguesía y la nobleza tendrán cada vez más semejanzas prefiriendo un arte sencillo que manifieste el nuevo estilo de vida más lúdico, artificioso, pastoril y frívolo. Las diferentes etapas del Rococó serán paralelas a los sucesivos monarcas franceses:
Arte Rococó
- Arte Rococó
- François Boucher
– Estilo Regencia (durante los años 1715-1723)
– Estilo Luís XV (hasta 1760)
– Estilo Luís XVI (que alcanza a los años de la Revolución Francesa)
Boucher fue sobre todo retratista de la corte y pintor preferido de la Marquesa de Pompadour, favorita de Luís XV, a la que retrata de forma sutil y delicada, adornando la belleza de la inteligente amante real. En su pintura podemos apreciar que la ambigüedad de la atmósfera y de los paisajes de Watteau queda sustituida por el sentimiento amoroso, en sus aspectos más sensuales y eróticos, por los paisajes bucólicos, damas y galanes disfrazados de campesinos y ocupados de juegos ingenuos.
La contribución más original de Boucher al Rococó fue su reinvención de la pastoral, una forma de idealizar los paisajes, llenos de pastores y pastoras vestidas de seda, en escenas de amor erótico y sentimental.
Sus cuadros también suelen tomar como tema los asuntos mitológicos, pero tratados como era frecuente en el Rococó: como dioses idílicos alejados de la majestuosidad del Olimpo. Estos temas le sirven para pintar abundantes mujeres desnudas en momentos de intimidad… desnudos que exaltan a la diosa Venus y al Amor principalmente. Cuadros en los que la fábula se hace excusa para mostrar un sofisticado sentido de lo erótico.
Obras como el “El baño de Diana” o el “Nacimiento de Venus”, son buena excusa para representar ninfas, náyades, conchas y espuma de mar donde la mitología queda convertida en mero elemento decorativo.
De pincelada bastante pulida, buscaba un acabado muy detallista destinado a agradar a su clientela cortesana. Muchos de sus cuadros eran de pequeño formato, para estancias privadas y no para grandes salones oficiales, por lo que estaban pensados para ser vistos de cerca y su superficie, podemos decir, nos recuerda a la propia porcelana.
Además de sus cuadros, Boucher diseñó trajes para teatros, tapices, gobelinos y participó en la decoración de los Palacios de Versalles, Fontainebleau y Choisy.